“Ocho horas para el trabajo, ocho para el sueño y ocho para la casa”, fue el lema popularizado durante la época de los sucesos que se conmemoran cada 1° de Mayo. En respuesta a una huelga masiva que buscaba limitar la jornada laboral, fueron condenados a muerte, en un juicio irregular, trabajadores hoy conocidos como “Los Mártires de Chicago”.
El 1 de mayo de 1886 obreros de Chicago (Estados Unidos) iniciaron una gran huelga que se extendió durante varios días, reclamando mejoras en las condiciones de trabajo y la reducción de la jornada laboral a 8 horas diarias. En aquel contexto, las jornadas podían alcanzar hasta 18 horas, a pesar de la existencia de la Ley Ingersoll, que establecía el límite de ocho horas pero no incluía a los obreros industriales.
En respuesta, la huelga fue reprimida, provocando detenciones, heridos y muertes. Tiempo después, un nuevo juicio demostró la falsedad de todo el proceso que había condenado a muerte a los trabajadores. En memoria de estos acontecimientos, y como símbolo de la lucha obrera internacional, el 1 de mayo fue instituido como el Día del Trabajador. Esta fecha es conmemorada de forma oficial y extraoficial en muchos países.
A casi 140 años de aquella fecha, la precarización laboral, la pérdida salarial y la inestabilidad laboral atraviesan a la mayoría de quienes trabajan en nuestro país. En este escenario, la bandera del trabajo digno cobra especial relevancia y no admite fragmentaciones ni indiferencia.
En ese marco, nos encontramos con que la situación salarial para trabajadoras y trabajadores Docentes es crítica, siendo la más grave desde la recuperación democrática. En nuestra carrera en particular, esta crisis se agrava por la postergación histórica que sufre RT respecto de la Facultad en particular y de la Universidad en general. Esto provoca que la mayoría de los docentes cobren sueldos correspondientes a categorías inferiores a las que ejercen, o incluso que no perciban remuneración alguna. Además, se generan condiciones inequitativas para el ingreso a la docencia.
Es imposible tener una carrera con excelencia académica y formación profesional de calidad, sin salarios dignos para atraer, retener y motivar a quienes trabajan planificando y dictando clases, preparando los contenidos y materiales, haciendo las evaluaciones y dando retroalimentación, entre tantas otras tareas que el Rol docente tiene.
Este 1° de mayo queremos darle nuestro reconocimiento a quienes, incluso en condiciones injustas, sostienen el trabajo con compromiso y vocación. Que sea una jornada para visibilizar, reflexionar y exigir lo que nos corresponde.
¡Feliz día del trabajador y la trabajadora!
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